viernes, 14 de agosto de 2009

Jorge Debravo

Cuando estemos de nuevo con nosotros contándonos los gestos,
cuando estemos hablando de las gentes
a quienes más queremos,
quédate,
por favor,
mirando el surco
que dejan tus dos ojos
en mis huesos.
Y dame lo que puedas de tu alma,
lo que no necesites de tu afecto,
lo que logres sacar sin sacrificio
de tu casa de sueños.
Yo tomaré, de fiesta, lo que quieras,
aunque sea el milagrito más pequeño.
No es que yo sea mendigo, es que cualquier amor es amor bueno