has sido en mis ojos
el café de mis mañanas,
la mano en el sexo,
el humor de batalla
no das respuestas ni luz a mi jardín
y no hay guerrero
que descanse en ti
no hay
luna de agosto,
ni lluvia de abril,
que no haya dormido
antes en ti
-Afuera llueve- dice el cronopio. Todo el cielo. -No te preocupes- dice el fama. Iremos en mi automóvil. Para proteger los hilos. Y mira el aire, pero no ve ninguna esperanza, y suspira satisfecho. Además le gusta observar la conmovedora alegría del cronopio, que sostiene contra su pecho los hilos -uno azul- y espera ansioso que el fama lo invite a subir a su automóvil.
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